sábado, noviembre 01, 2014

El enemigo interior

Es difícil explicar lo que siento por momentos. A grandes rasgos puedo decir que estoy en ese período de repliegue y retroceso después de haber avanzado bastante en muchas áreas. Es como cuando se juega a esos juegos de tableros y se cae en una casilla dónde sucede algo que a uno lo hace retroceder unos cuantos casilleros.

Desde el año pasado a esta parte logré avanzar mucho tanto en estudio como en lo que respecta a la vida personal. Después de enfrentar rupturas de diferentes índoles, una autoestima mansillada nuevamente y el ataque de todas las inseguridades, es como que si hubiese recobrado el sentido y el camino de a poco. Pero ahora de nuevo siento que tengo una recaída, que los miedos vuelven a contraatacar y que la negatividad me quiere controlar viendo todo negro, con problemas y sin esperanzas. Quizás la gran diferencia con antes es que ahora soy consciente y que logro despertar del trance, darme cuenta de lo que pasa y frenarme antes de llegar a un punto sin retorno.

El miedo siempre fue mi mayor enemigo, creo que nací con miedo o tal vez gasté todo el coraje en el parto difícil que me tocó para nacer. De algo estoy segura, soy fuerte a pesar del miedo, las inseguridades y las circunstancias. He aguantado cosas que hasta yo misma me admiro de haberlas aguantado.

Este año más allá de los logros acádemicos, hice un gran paso en lo personal al ponerme de novia. Y si bien el escenario no es el ideal, porque es una relación a distancia, se compensa de sobra con la compatibilidad que tengo con mi novia y con la naturalidad con que fluyen las emociones y los sentimientos. Sin embargo desde un tiempo a esta parte, siento como que todo me genera negatividad (y no estoy hablando de mi relación, sino de mi vida en general). El estudio me genera muchas frustraciones que la mayoría de las veces viven en mi mente y que limitan mi potencial para dar mucho más y evolucionar. Mi novia es una persona que no tiene miedo, que no tiene problemas en arriesgar y que siempre persigue lo que quiere. En cierto modo me recuerda a mí misma cuando era más chica solo que en mi caso nunca tuve la suficiente fortaleza para hacer las cosas y todo por causa del miedo.

Cuando creía que en gran parte lo había superado y controlado, regresó y con más intensidad. Siento como si tuviese que pelear con una fuerza invisible que trata de doblegarme y desviarme de mis objetivos como ya lo hizo antaño en el pasado. Por momentos pareciera que todos los grilletes que mis padres me pusieron hubiesen cobrado forma en una especie de yo interior que trata de sabotear mi felicidad. Si hago un repaso mental a situaciones pasadas, el tema del autosabotaje ya está presente en excusas y actitudes negativas que terminaban por dar por tierra con mis sueños y objetivos. No es nada placentero porque es como si no fuera yo la que hablara, es como si esa misma fuerza tomara el control de lo que digo y pienso y me convenciera de darme por vencida.

Varias personas a lo largo de mi vida me han apretado botones diferentes y me han sacudido de diversas maneras. Mi novia no es la excepción, solo que ella a diferencia de los anteriores no lo hace para dañarme sino para hacerme evolucionar. Y es justamente ese piqueteo el que mi instinto y subconsciente perciben como un peligro y automáticamente levantan las barreras para protegerse. Es como en la película Frozen, cuando Anna va en busca de Elsa y cuando la encuentra en su palacio de hielo está  radiante, pero ni bien trata de convencerla de regresar, Elsa se asusta y como mecanismo de defensa crea un monstruo de nieve para echarla. El monstruo representa sus miedos en una forma abominable. Yo siento que se monstruo está dentro mío y me obliga a decir cosas que parecen irracionales, me hace sonar como alguien incoherente y falto de madurez. Siento que no soy yo quien habla; que en realidad en mi interior yo quiero exactamente lo opuesto a lo que estoy diciendo. Siento que lo que digo es la manera barata de excusarme para no jugármela porque de repente mi espacio personal se ve invadido por las mejores intenciones de quien me ama y eso me apabulla. Es como si tuviera que procesar muchas emociones juntas que hacen que mi sistema se sature.

Siento que dentro mío hay una batalla por los miedos, lo que soy y lo que quiero ser. No sé quien ganará, solo sé que a veces se torna muy difícil poder seguir adelante.