jueves, mayo 05, 2016

Postear o no postear

Ayer dejé que el enojo alimentado por la decepción, y el hecho de que estaba dolida y lastimada me hiciera postear algo en Facebook de forma impulsiva. Mi amiga Julieta me hizo ver que el enojo luego se va pero las palabras quedan, así que mientras la bestia interior se calmaba no perdí más tiempo y borré el post. 

El otro día Fernanda me decía que el problema de publicar cuestiones personales en las redes sociales termina restándole importancia y las coloca al mismo nivel que todo lo demás que publicamos. Entonces la foto del helado que tomamos con un amigo está al mismo nivel de nuestro perro jugando con la pelota, del chiste que compartimos de una página y el hecho de que rompimos con nuestra pareja o nos echaron del trabajo. Todo esto termina banalizando las situaciones serias además que se las expone a que extraños y gente con la que tenemos poco trato opinen sobre nuestra vida, familia y amigos. 

La costumbre actual de publicar absolutamente todo en las redes sociales se ha vuelto contagiosa y muchos la usan como una especie de catarsis de sus problemas. Me declaro culpable porque lo he hecho también. Pero debemos aprender a manejar nuestras catarsis de otra manera que no implique soltar a los cuatro vientos nuestros problemas y lastimar en el interin a quienes queremos. 

Mi reacción de ayer fue en respuesta automática a un estímulo que se presentó en forma de provocación. Esa provocación me lastimó, me dolió y se sobredimensionó debido al estado actual de vulnerabilidad emocional que tengo. Cuando me calmé logré comprender que la otra persona no provoca porque sí sino que muy probablemente también lo hace porque está enojada, dolida y lastimada y la manera que tiene de lidiar con esas emociones es provocando. ¿Está bien hacerlo? No, porque al igual que mi post impulsivo, esas provocaciones lastiman y quedan mientras que la ofuscación que la provocó con el tiempo se va. Y muchas veces esa cartarsis momentánea que se busca genera un daño irreparable a largo plazo.

Entrar en el juego de las provocaciones e indirectas en las redes sociales es peligroso porque con el tiempo el verdadero motivo de enojo y frustración se termina disolviendo entre tantos ataques virtuales y se convierte en un enojo crónico que lleva a un círculo vicioso sin fin. 

Me llevó tiempo no tanto entenderlo sino ponerlo en práctica, porque hoy por hoy es fácil agarrar el celular y escribir lo primero que se cruza  por la mente con tal de sacarse de adentro lo que molesta. Pero, ¿eso soluciona en algo la situación? No. ¿Cuál es el punto de lastimar al otro por el simple hecho de que nosotros estamos dolidos? Se termina cayendo en una conducta inmadura en la cual si yo estoy sufriendo también hago sufrir al otro para que sienta lo que yo siento. ¿Acaso no es más fácil hablarlo cara a cara? ¿O tomarse un tiempo  para que las emociones negativas se vayan y podamos pensar con mayor claridad?

Además las redes sociales actualmente no son más que un instrumento que sirve de pantalla para mostrar una vida que no es. Muchos publican solamente problemas y dramas sobredimensionados con el único propósito de llamar la atención y recibir a cambio una palmada virtual en la espalda de parte de sus contactos. Otros en cambio se empecinan en mostrar una vida maravillosa y sin problemas para enmascarar el dolor y negarlo. 

Sea cual sea el escenario, en mi caso particular estoy empezando a controlar mis emociones y de última prefiero volver al antiguo hábito de tener un diario donde volcar lo que siento en el momento antes de hacerlo en un lugar público donde no solo expongo mi vida frente a gente que no debería sino que además lastimo a quienes más quiero. 

martes, abril 19, 2016

Tres meses

Hoy hace tres meses que te fuiste papá, y al igual que el 19 de enero hoy también es martes. Siempre odié un poquito los martes sin saber bien la razón, creo que ahora lo entiendo: era una clase de premonición de que en algún momento ese día iba a ser doloroso.

Te fuiste de forma repentina y al mismo tiempo anunciada. Fueron tres meses de vueltas, sanatorio, médicos, diagnósticos. Tres meses que parecieron eternos y al mismo tiempo se fueron un suspiro. Y te fuiste sufriendo. Sé que el día que en terapia intensiva cuando los doctores me llamaron por una complicación y fui a verte, vos ya sabías cuál iba a ser el desenlace. Y me dijiste "chau" como si estuvieras por irte por ahí, pero yo noté el miedo y la tristeza en tu mirada y supe que era tu despedida consciente. Recuerdo que me guardé las lágrimas porque tenía que ser fuerte delante tuyo y también tenía que ser fuerte delante de mamá. Y tragándome el nudo te dije que todo iba a salir bien, que te ibas a recuperar y te susurré besándote en la frente "te quiero mucho". A la semana te fuiste.

Me dejaste sola al frente de muchas cosas. Por momentos tu ausencia es tan fuerte que se parece a un vacío que se quiere tragar todo. Al mismo tiempo, tu presencia se siente en cada rincón, en cada etiqueta y rótulo de la mercadería del negocio, en cada herramienta que tengo que acomodar y en cada mueble y cosa que quedó tal como la dejaste en tu habitación.

Me da angustia cambiar de lugar algunas cosas o directamente guardarlas porque siento que te borro poco a poco, que la huella que dejaste se va sin chances de volver, sin embargo soy consciente que todo debe cambiar, adecuarse y que ahora este es mi lugar. Quizás ya sea hora de entrar en tu pieza para limpiar y ponerme a trabajar seriamente para comenzar con los arreglos pertinentes. Cambiar tu habitación me duele  pero dejarla en estado de abandono me duele aún más. 

Los perros también te extrañan: Nana dejó de secuestrar tus pañuelos pero cuando puede pasa la tarde en tu habitación en su colchoncito. Kiba creo que todavía te espera y hasta me parece que duerme en el garaje con la esperanza de que algún día seas vos el que abra la puerta. Mateo, Nina y Tonio como que se han acostumbrado pero no dejan de estar inquietos.

Mamá todavía está en shock y no lo puede creer, le cuesta elaborar tu ausencia y dice que a veces cree que vas a llegar a casa en cualquier momento. Todavía no ha venido al negocio, ni a verme a mí, ni a los perros, ni los arreglos que he hecho. Dice que necesita tiempo, que entrar al negocio sin que vos estés allí es algo que todavía no puede manejar. 

Por mi parte a veces me encuentro llorando ante un recuerdo pasajero o cuando me topo con cosas que hiciste o que te pertenecieron. Y de tanto en tanto me siento idiota pensando "¡cuando le cuente a papá!" después que algún proveedor o vecino me viene con algún chisme.

Tres meses. Te extraño. Te quiero mucho papi.

jueves, febrero 18, 2016

Sensibilidad

Cuando uno tiene que sacar fuerzas para seguir adelante después de una situación dolorosa es como si entrara en modo automático y no para. Pero el combustible se termina y en el preciso instante en el que uno se detiene para cargar más, cae el peso del dolor con toda su fuerza. 

Mañana va a hacer un mes que mi papá falleció. Por momentos parece que fue hace unos días, otras veces parece que fue hace un año. Así de relativo es el tiempo cuando se pierde a un ser querido. En su momento, me tomé unos días para comenzar a elaborar el dolor, pero estar en casa tirada en la cama llorando y pensando me hacía peor. Al empezar de nuevo la actividad en el negocio tuve que enfrentar el enorme vacío de su ausencia y a la vez su presencia impregnada en cada rincón: porque era su negocio y su casa. A menos de una semana de su muerte, hice el intento de comenzar a limpiar su habitación, pero me resultó abrumador. No sólo porque era su habitación, sino porque en los últimos tiempos el lugar quedó impregnado de recuerdos pocos felices. Me quebré y decidí que iba a retomar la limpieza cuando me sintiera un poco más fuerte, cuando pudiera manejar todo lo que está guardado en ese lugar. 

La piloteé por casi un mes, ocupada con el negocio, los perros, la casa, el departamento, mi mamá y salidas con amigos para distraerme. Sin embargo, ayer cuando necesitaba recargar fuerzas y al mismo tiempo intentaba seguir en piloto automático, me quebré. Estoy desocupando una mesa que estaba llena de cosas acumuladas, y dentro de todas esas cosas encontré folletería y publicidades del negocio que mi papá había diseñado totalmente a mano ya que era un negado de la computadora. Folletos tipografiados con Letraset y montados en fotocopia que cuando uno veía el resultado final ni se imaginaba que no estaban hechos digitalmente. Me largué a llorar a raudales porque de repente lo recordé sentado en el escritorio trabajando con los Letraset y recortando papeles, yendo y viniendo de la fotocopiadora, experimentando reducciones y ampliaciones. Pude sentir en esas láminas la dedicaciòn y el amor que le puso a su negocio toda la vida, y me sentí abrumada. 

Hoy cuando salí de bañarme, le comento a mi mamá que voy a llevar a ponerle pilas al reloj pulsera que él usaba porque quiero usarlo yo. Y me vino a la mente una escena de sus últimos tiempos, quizás un par de días antes de que se internara por última vez. Habíamos tenido una conversación muy seria sobre dinero, y él desde la cama me dice que buscara el reloj de su abuelo, que ahora era mío y que lo vendiera si necesitaba plata. Yo le dije que no rotundamente, que no pensaba venderlo y que ese reloj era suyo. Ahora que recuerdo su rostro, me doy cuenta de que él sabía que no le quedaba mucho tiempo, tenía una expresión que mezclaba tristeza, impotencia y tal vez un poco de miedo. Todo esto lo recordé en un segundo mientras le contaba la anécdota a mi mamá y me dirigí a mi pieza a paso apresurado antes de que el llanto volviera a controlarme. 

Mientras lloraba en mi pieza, me atravesó el pensamiento de que la persona que fue mi novia hasta hace poco más de tres semanas no me acompañó en todo este proceso de dolor, no al menos de la manera que yo esperaba y necesitaba. Y más allá de que ella se defienda diciendo que es poco empática, no deja de doler su ausencia de empatía. No deja de doler que el mismo día que intenté limpiar la habitación de mi papá y me quebré, ella decidió pausar la relación. Y ante este pensamiento seguí llorando con más fuerza. 

jueves, febrero 04, 2016

Tiempo para sanar

El tiempo no cura las heridas emocionales, uno debe hacer uso del tiempo para curarlas, Y por más que querramos soluciones rápidas y nos salteemos procesos, eso no significará que estemos curados y que ya hayamos superado una pérdida o una crisis. 
Ahora que estoy atravesando un tiempo muerto en mi noviazgo, hablando con mi novia tuvimos que reconocer que las dos nos apresuramos hace dos años a iniciar la relación sin habernos sanado previamente de las heridas que nos habían dejado nuestras respectivas relaciones previas. Entonces, los resquemores, desconfianzas, miedos e inseguridades quedan dando vueltas y meten la cuchara haciéndonos tener reacciones que se cobran por víctima a quien no tiene la culpa. 
Esta pausa que iniciamos hace dos semanas en pos de recuperar la amistad que teníamos de antes para ver si podemos encausarnos me está generando incertidumbres y ansiedad, porque yo no he modificado mis sentimientos por mi novia, pero ella sí ha cambiado lo que siente por mí. Entonces nos coloca en una situación despareja y complicada. Soy consciente de que no he sido una persona fácil de sobrellevar desde hace poco más de un año. Llámese crisis, llámense miedos e inseguridades, lo cierto es que he sido agresiva, juzgadora y absorbente. La paciencia tiene un lìmite, y la de mi novia se terminó. Pero todavía nos une un afecto que va más allá de la relación de pareja. Y las dos sabemos que si logramos salvar ese afecto quizás exista la posiblidad de recuperar lo demás. 
Por el momento ella dice que no quiere saber nada de relaciones con nadie por un tiempo, que necesita resolver las cosas que no resolvió cuando se separó y que erradamente pensó que con una relación nueva iba a poder resolverlas. Por mi lado, me duele este cambio de estatus y me duele el triple porque además se me suma el hecho de que estoy atravesando el duelo por mi papá. Pero hoy, después de una charla por ICQ, me di cuenta de que yo también necesito la pausa, la distancia y el espacio. Me di cuenta que necesito volver a estar segura de mí misma para poder estar segura con los demás y necesito recuperar mi autoestima para poder amar a alguien más.
Algo que le dejé en claro en lo que hoy hablamos es que si el tiempo pasa y yo me siento incómoda o lastimada con la situación, voy a hacérselo saber porque lamentablemente no puedo volver a verla como amiga de un día para el otro. Acordamos ser sinceras al respecto, y ella me dejó en claro que si pasa cierto tiempo y siente que no podemos volver a estar juntas me lo dejará saber. Por mi parte, lo que me queda es centrarme en mis cosas y dejar de obsesionarme con posibles escenarios futuros. Pero por sobre todas las cosas, necesito aprovechar el tiempo para curarme, para elaborar todo lo que quedé inconcluso y todavía me lastima, y poder purgar todo lo negativo. No es fácil, pero es necesario.

miércoles, febrero 03, 2016

Pérdidas, dolor y decisiones

Ayer hizo dos semanas que falleció mi papá después de tres meses de que estuviéramos yendo y viniendo del sanatorio. Durante estas dos semanas he tenido que darle la noticia a familiares, amigos y demás conocidos. Cada vez que lo digo siento como si no fuera yo quien suelta las palabras o como si se tratase de la realidad de otra persona y no la mía. Desde la psicología se dice que es una parte normal del proceso del duelo la etapa de no poder creer lo acontecido. Yo la estoy transitando ahora, en realidad el no creerlo se turna con el choque violento de la realidad de que él ya no está, con la tristeza profunda que me genera su ausencia y el peso de todas las responsabilidades sobre mis hombros. 

El lunes hizo una semana que me explotó una de las minas del campo minado llamado noviazgo, y con mi novia en este momento estamos atravezando una especia de hiatus o pausa, dónde queremos recuperar lo que fuimos perdiendo y desgastando con el tiempo: nuestra amistad y compañerismo. Por lo tanto somos y no somos novias y no sabemos que será de nuestra relación. Es una situación de mierda ese limbo en el que estamos  porque la que más necesita de eso es ella y no  yo. Lamentablemente no tengo una perilla con la cual apagar mis sentimientos de pareja hacia ella y seguir como si nada, pero al mismo tiempo sé que si tomo distancia de verdad se va todo al caño. Quizás lo que más me duele de toda esta situación es el momento en el que se da o más bien el momento que la otra parte eligió para plantear la crisis. Porque si ya no tenía suficiente con el duelo de mi papá, se le suma además esa incertidumbre y ansiedad de que mi noviazgo quizás nunca vuelva a ser un noviazgo. 

En el medio de todo esto están el negocio, la facultad, los perros y mi mamá. Y tengo que mantenerme fuerte por todos ellos. El negocio en estos momentos es mi único ingreso económico y tendrá que serlo por un tiempo porque es la única alternativa que me queda en lo que termino la carrera. La facultad no se toca porque luché mucho para llegar a dónde llegué con la carrera como para abandonar a mitad de camino. Las chances que te da la vida no se desperdician. Los perros y mi mamá dependen de mí y no puedo bajar los brazos porque ellos no tienen la culpa de mis cargas: ellos también a su manera tienen que sobrellevar la pérdida de mi papá. Ya tienen suficiente. 

Soy consciente de que no puedo quedarme tirada solo pensando en el dolor que conlleva elaborar el duelo de mi papá y tengo que seguir adelante. Por eso trato de no quedarme quieta por mucho tiempo ya sea física o mentalmente. Necesito estar ocupada, resolviendo problemas y cuestiones, haciendo cosas. Y ante todo recordarlo con el afecto y amor que siempre le tuve a pesar de nuestras grandes diferencias. Por lo tanto, ya comencé con la limpieza de la casa y de a poco veré de arrancar con los tan porstergados arreglos.

Con respecto a mi relación, he decidido pulir las aristas que en parte ocasionaron esta crisis. Aflojar con mi mal genio, con mis críticas poco constructivas y mi estado de negatividad. Pero solo eso, porque una relación se hace de a dos y no pienso colgarme la mochila que no me corresponde. Admito que no me resulta fácil esta situación de no saber que va a pasar, o de estar a expensas de que la otra parte decida que pasé el examen y que podemos ser pareja nuevamente. Realmente no sé si es algo tan saludable, pero por el momento acepto el desafío por la parte que me toca, el tiempo dará el veredicto final. 

En el negocio de a poco voy a ir implementando los cambios necesarios para levantar las ventas y en la facultad ya me hice un plan de cursado que incluye no rendir nada este año y recursar el año que viene las dos materias que me vienen dando dolores de cabeza desde primer año. Los perros ya se están acostumbrando a la nueva rutina y mi mamá mañana arranca con terapia. 

Yo por mi parte necesitaría unas vacaciones pero por ahora es imposible. Solo me queda juntar mucha fuerza, seguir adelante y que sea lo que el destino quiera.