viernes, enero 31, 2014

Suéltalo, déjalo ir y liberáte.

En la vida enfrentamos rupturas y pérdidas desde que nacemos. Una vez que llegamos al mundo dejamos atrás la seguridad y el comfort del vientre materno y de repente tenemos que enfrentar el exterior con total crudeza. Es el primer trauma, el primer golpe que recibimos y sin saberlo es lo que desde el inicio nos prepara para el resto de nuestra vida.
Nuestra existencia es un continúo ciclo de pérdidas y la subsecuente adaptación a las mismas. Perdemos seres queridos ya sea de manera física y emocional cuando fallecen o simplemente los perdemos cuando la distancia y la vida misma los aleja de la nuestra. Perdemos mascotas, lugares, cosas materiales, trabajos, estudio, pero no nos queda otra que seguir adelante. ¿Porque después de todo de eso se trata vivir, no?
Cuando uno está metido hasta el cuello a mitad de una pérdida cree que el mundo se acaba y que la vida ya no tiene más sentido, hasta que miramos alrededor y siempre encontramos una razón para seguir.
En los 37 años que llevo en este mundo tuve que afrontar muchas pérdidas como es lógico. De toda índole y matiz. Todas me afectaron, de diferente manera pero lo hicieron.Y siempre las tuve que elaborar pensando que una etapa se cerraba y otra nueva y mejor empezaba. Lo de nueva es indudablemente cierto pero mejor el tiempo se encarga de evaluarlo.
Dejando de lado el duelo que se lleva a cabo cuando alguien muere, existen otros duelos, porque cada vez que algo se acaba deja un vacío, y ese vacío debe elaborarse con el tiempo necesario para que las heridas empiecen a cicatrizar.
Sé que a partir del domingo voy a iniciar una etapa de duelo que desconozco cuanto tiempo me llevará, tampoco sé si las heridas se cerraran del todo, pero al menos haré el intento. Elegir alejarse de alguién, terminar una relación sea de la naturaleza que sea, lo deja a uno con cierto desequilibrio y hasta perdido. Porque lo que durante mucho tiempo ocupó mente y corazón de repente no está y a veces es uno mismo quien debe escoger que eso no esté más por su propio bien.
Cuando comento con gente allegada que tuve una ruptura con cierta persona, me dicen "Pero ustedes no tenían una relación". La gente suele confundir el término relación con pareja o noviazgo, y las relaciones humanas son muchas y variadas. Además que una de las partes, yo en este caso, tuviera sentimientos románticos hacia la otra parte  la convierte en una semi relación romántica de amor no correspondido que puede llegar a generar el mismo desgaste o peor que una relación convencional. Si digo que durante dos años y medio sufrí, no exagero y si digo que el desgaste es peor tampoco. En el marco de una relación convencional hay de todo: buenos y malos momentos y uno puede hacer un balance y rescatar lo positivo; pero si durante dos años y medio todo fue muy vago, indefinido y encima el único saldo que deja es frustración y decepción el saldo es muy negativo. No voy a decir que no rescato cosas de esta etapa porque sino estaría mintiendo, rescato muchas pero el sabor amargo de boca me cuesta sacármelo.
No voy a ahondar en detalles de la situación porque no lo amerita el medio. Lo único que puedo decir es que no es fácil tomar la decisión y la iniciativa de terminar algo porque el miedo que se siente es inevitable. Quizás ahora me siento fuerte y decidida porque fueron muchas las experiencias que he vivido y sumado a eso la terapia me ayudó a encontrar el camino y acomodar las prioridades. El egoísmo en dosis medidas es sano y necesario porque uno necesita quererse y centrarse en sí mismo para cuando tenemos que enfrentar una pérdida no nos perdemos también nosotros.
Por el momento sé que  no es fácil lo que me espera por delante, pero tampoco es imposible. Lloraré cuando así lo sienta y día a día lo iré soltando, lo dejaré ir y me liberaré.